Todavía tenía nuestro paladar el dulce
regusto de la miel de las Fiestas Patronales cuando recibimos el duro golpe
moral de tu marcha, quedando en nuestra boca un desagradable y desalentador
sabor amargo a incredulidad, a dolor y a pesadilla irreal de la que
necesitábamos todos salir como sea. Lo peor, es que no sabíamos cómo hacerlo.
Nuestro corazón ya
te había echado de menos el día 15 de agosto al lado de tu Patrona, acompañando a nuestro Hermano
Mayor, Juan, que tantas ganas e ilusión tenía en que estuvieses con él
disfrutando de un año tan especial (pues no todos los años se es Hermano Mayor
de la Reina y Señora de Rute). Físicamente sabemos que no estuviste, pero en el
sentimiento de todos estaba latente tu presencia, allí, en la calle Toledo,
delante de nuestra Carmelita, cantándole Reina y Señora y andando hacia atrás
ensimismada con su cara y adormecida por el dulce batir de las bambalinas de su
palio. Entonces, una vez más se nos dibujó a todos en nuestra mente tu sonrisa,
esa con la que aún intentamos todavía los terrenales llenar la miserable estela
de tu ausencia. Es por eso, quizás, por lo que no te echamos en falta delante
de la Virgen: ¡si sabíamos que estabas
allí con nosotros…!
Lo de estar al lado de la Virgen, en ti, era
lo normal, sobre todo cuando has tenido a tu Patrona por bandera a lo largo de
tu vida. Devoción heredada felizmente de tus padres, Sebastián y Aurora,
impecables y cabales carmelitas que, hasta el último momento, han mantenido la
esperanza de que no te fueras, pues así lo percibíamos en su fuerza de espíritu
y a los que desde estas líneas mandamos un fuerte abrazo.
Y es que te vas como la Reina de nuestra
Patrona que tuvo el enorme privilegio de transmitir a nuestra Madre todo el
amor de la juventud ruteña en el 75 Aniversario de su Patronazgo, y tras ser su
Dama de Honor un año antes, para mayor gloria de tu alma y para suprema
satisfacción de tu corazón carmelita, ese que no te cabía en el pecho henchido
del amor que a lo largo de tu vida has sentido por María Santísima del Carmen.
Te fuiste el 24 de agosto, orgullosa de haber
tenido a la Madre de Dios por bandera, de haber podido compartir ese orgullo
con tu familia y con los que te querían y te quieren, con la suerte y la
certeza de que ese viaje que ese día emprendiste tenía como destino la morada
celestial de nuestra Carmelita en el Cielo, desde la cual dibujaremos en tu
cara tu inquebrantable sonrisa.
Nosotros, junto con tu marido, tus padres,
hermanos y amigos, te seguiremos buscando en la noche ruteña entre el Hacho y
Las Cruces cual luminosa estrella de la corona de nuestra Patrona, lugar desde
el que contemplarás la Coronación de nuestra Madre y ayudarás eternamente a San
Pedro a abrir las puertas de la gloria a los ruteños carmelitas que hasta allí
vayamos llegando, como decía José María en su Pregón.
Eso sí, sabiendo que estás al lado de Nuestra
Patrona, acuérdate siempre de tu pueblo, de lo que aquí dejaste, pues nosotros,
aquí en tierra, con tu eterna sonrisa de juventud en nuestro corazón, nunca
dejaremos de preguntarte: ¿Cómo te va por ahí, Rosario?
Al lado de tu Patrona, sabemos que estarás de
cine….Como la Reina que fuiste de lo más bonito que Rute tiene.
Hasta siempre, Rosario.
1 comentario:
hermosa persona, mi abrazo para todos los ruteños se les ha ido una hermana, Dios y la Virgen del Carmen estaran orgullosos,en mi corazon tambien estara
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