Texto: Jesús Manuel Redondo Alba
Imágenes: Antonio Rabasco Burguillos
Sabes que de vez en cuando, Madre, y con el permiso
de tus hijos que nos siguen a través de nuestro blog, me gusta expresar mis
sentimientos, a la vez que transmitirte lo que cualquier ruteño diría mirándote
a los ojos y con su mano puesta en el corazón.
En estos días, en los que se supone que todos cambiamos de
tercio y cada uno de nosotros se prepara para comenzar su particular “curso
laboral”, necesitamos de algún aliciente al que aferrarnos para poder dar en
nuestro día a día lo mejor de nosotros. Y para ello, Carmen, qué mejor
aliciente que tu presencia tras la reja: serena, receptiva, atenta, tan
hermosa…
Como muy bien reza tu pasodoble “Reina y Señora”, de
esta manera tan esplendorosa, radiante y
gentil -gracias a tu grupo de camarería- luce tu frontis tras la reja del
Santuario esperando la vista de los ruteños, a los que aguardas en ese celestial
bufete de oración en el que, a Dios gracias, tus hijos convierten El Carmen con
sus visitas.
Así nos gusta verte tras la reja: sencilla, cercana,
elegante y orgullosa de tener a tus plantas a los ruteños que tanto te
necesitamos acuciados por el impertinente apremio de nuestros problemas
personales que, para más inri, tenemos que resolver en el menor tiempo posible.
Hoy, Madre, colocándome imaginariamente tras la reja
de tu Santuario, y con las inolvidables estampas de tus Fiestas Patronales en
mi pensamiento, te pido por todos los ruteños, esos que hoy iniciamos una nueva
etapa en lo laboral, en la educación de nuestros hijos, en el cuidado de
nuestros mayores o en el simple papel de consoladores de la aflicción de los
que más lo necesitan. No nos desampares en esas tan importantes tareas, Patrona
celeste de esta villa.
Para despedirme, aparte de solicitarte para todos
nosotros una bendición, te pido que dirijas esos tus ojos misericordiosos a los
que más sufren, a los desplazados, a los desempleados y, sobre todo, a los
enfermos e impedidos, pues no hay mejor receta de consuelo para ellos que la de
tu Santo Escapulario.
Se llama María, se apellida Carmen y, para Gloria
nuestra, será por siempre Patrona de Rute.
Gracias, Reina y Señora, por dejarme existir y
convertir esta última frase en una fantástica, Bendita y reconfortante rutina.
Que la que ahora empezamos a tu lado, sea eso: ¡UNA
BENDITA RUTINA!
¡VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN!
¡VIVA LA PATRONA DE RUTE!
¡VIVA LA
REINA Y SEÑORA!
¡VIVA LA MADRE DE DIOS!
¡VIVA EL ORGULLO DE LOS RUTEÑOS!
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